«La competitividad sistémica de un país requiere de una
aproximación territorial.»

La finalidad de este documento es definir los requerimientos de una estrategia de competitividad territorial para el Ecuador. El enfoque principal de este trabajo es que una competitividad sistémica para el país requiere de una aproximación territorial, en la medida que es a este nivel que se pueden conjugar aquellos factores asociados a su desarrollo.

Estos incluyen tanto aquellas acciones de apoyo al desarrollo competitivo de las empresas, como de inversión social. En ese sentido, una estrategia de competitividad de base territorial puede tener efectos perceptibles sobre reducción de la pobreza y por lo tanto tener un carácter incluyente, como seguramente ninguna otra actividad.

El concepto de territorio permite relacionar la estrategia de competitividad con la de reducción de la pobreza. Es en espacios geográficos concretos donde los diversos tipos de actores, incluyendo los pobres, llevan adelante sus actividades económicas y establecen instituciones que facilitan las interrelaciones y flujos que propenden a su desarrollo.

También, es en el ámbito territorial donde los factores asociadas a la competitividad como la difusión y desarrollo tecnológico, la infraestructura productiva, el desarrollo del capital humano, los ambientes de aprendizaje y de gestión de la información, el desarrollo de clusters productivos y otros, pueden potenciarse en términos de un desarrollo competitivo, incluyente y pro-pobre.

«El enfoque territorial hacia la competitividad implica respuestas
diferenciadas en función a las particularidades de cada
territorio.»

La perspectiva territorial permite adicionalmente diferenciar territorios sobre la base de variables fundamentales como la de crecimiento productivo y el nivel de desarrollo institucional.

Con esto quiero enfatizar que las relaciones entre competitividad y reducción de la pobreza requieren respuestas diferentes y un juego de intervenciones territoriales específicas. Por ejemplo, las bases de competitividad territorial incluyente en zonas de desarrollo empresarial, como aquellas donde se localiza la producción bananera o de la floricultura, implica medidas diferentes, que aquellas, donde predomina la pequeña producción minifundista o la producción artesanal.

De hecho y como veremos más adelante, cada una de ellas requiere tipos
de intervención diferentes. Una consecuencia lógica de lo anterior es que solo los gobiernos cercanos a los territorios pueden conocer las necesidades para la competitividad en sus comarcas.

Una intervención pública en consulta con los diversos actores territoriales, sobre la base de estos conceptos, permitiría mejorar la eficiencia de la inversión y promover el desarrollo, dando respuesta a las especificidades del territorio.

En esa perspectiva se busca que dicho enfoque guíe las decisiones de inversión, tanto originada en recursos del presupuesto público, como aquella originada en la cooperación financiera y técnica internacional.

En la primera parte de este trabajo buscamos responder a preguntas como
las siguientes:

• ¿Qué es la competitividad y cómo esta puede guiar las acciones de la
estrategia de desarrollo territorial?

• ¿Cuáles son los factores y condiciones que facilitan el desarrollo de una
competitividad sistémica territorial, que adicionalmente sea pro-pobre y
sin sesgos de género o étnicas?

• ¿Cómo puede generarse una relación virtuosa entre territorios e institucionalidad para propender a dicha competitividad sistémica?

En una segunda parte, elaboramos una propuesta operacional para una estrategia dirigida a promover la competitividad territorial.

«El concepto refiere a la capacidad de un sistema productivo
territorial de competir existosamente con otros de
características similares.»